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martes, 2 de marzo de 2010

Entrevista a Jorge Falcone por Leornado Marcote

Publicado en la refugio de papel en abrimayo de 2009


Mano anónima aleve y asesina,
con sólo tocarte
ha intentado
macular tu pureza,
tu inocencia,
por cierto, fracasando.
Tu grandeza de alma
es infinita.
Tu generosidad, ilimitada.
Virtudes tales
son inmaculables.
La mano anónima, aleve y asesina,
no ha podido mancharte
por más que lo intentara.
Y esa pureza
constituye tu triunfo.
TU VICTORIA y su derrota.
Has vencido, hija mía,
y tu victoria ha sido apocalíptica.
Aunque tú estés ausente todavía
yo te lloro y te admiro
al mismo tiempo.

Jorge Ademar Falcone

Maria Claudia Falcone fue secuestrada la noche del 16 de septiembre de 1976 por las patotas del ejército que comandaba el genocida Gral. Ramón Camps. Aquella noche no sólo fue secuestrada Claudia sino también su compañera Maria Clara Ciocchini, juntas estudiaban en el colegio Bellas Artes de la Ciudad de la Plata y convivían en el mismo departamento desde hacía algunos días. Aquella madrugada de septiembre fue bautizada por sus captores como “la noche de los lápices”.
Tuvimos el placer de hablar con su hermano Jorge “Chiqui” Falcone, último jefe de prensa de la organización Armada Montoneros, cineasta y poeta como pocos, sigue militando fuertemente en los barrios más carenciados del país. Actualmente es el secretario de prensa de la agrupación que lleva el nombre de su hermana “Agrupación Claudia Falcone”, profesor de comunicación en la Universidad de Palermo y laburante en el “Área de Comunicación Institucional del Ministerio de Ciencia y Tecnología”.
Los Falcone vienen de una larga militancia, su padre Jorge Ademar Falcone fue el primer Subsecretario de Salud Pública del general Perón (1947-1950), intendente de la ciudad de La Plata (1949-1950), senador provincial, presidente de la comisión de obras públicas del senado (1950-1952) y era además un prestigioso cirujano de la ciudad de las diagonales. Su madre Nelva Alicia Méndez de Falcone, delegada regional por el voto femenino, maestra de escuela pública, madre de Plaza de Mayo línea fundadora y ciudadana ilustre de la ciudad de La Plata.

Ver en la villa la cara de mi hermana pintada en una pared te digo que es una emoción intransferible, es muy difícil de compartirla, te podrás imaginar. Tengo para contarte cosas como por ejemplo haber estado haciendo un documental en Nicaragua sobre el Sandinismo y en la casa de uno de los comandantes Sandinistas que yo entrevisté veía cuando me estaba despidiendo del tipo en la puerta, murmullo de los hijos adolescentes, y como que se referían a nosotros que estábamos unos metros más alejados, podés creer que en determinado momento se acercan cuatro o cinco adolescentes y les dicen al tipo: “papá, pedile un autógrafo al hermano de la chica de los lápices” (Nicaragua 2005) y después en la marcha de los pibes secundarios de Chile también pelaron las pancartas de los pibes de “la noche de los lápices”.

Mi primera impresión acerca de aquel hecho fue con la película de Héctor Olivera

Jorge: Claro que por ahí está un poquito desactualizada porque en aquel momento regía el terrorismo ideológico, había mucha paranoia, por ahí la película quedó medio banda del Golden Rocket viste, media romanticona, pero bueno ayudó mucho a que nosotros detrás fuéramos contando cada uno, reconstruyendo piezas del rompecabezas.

Después al leer algunas de tus declaraciones, en mi caso sentí que estaba empezando a saber toda la verdad acerca de la militancia de Maria Claudia.
Si, la verdad realmente se compone con toda la gente que desde algún ángulo contribuyó a poner alguna pieza más, porque vos hacés este análisis, yo no he estado las veinticuatro horas del día junto a Maria Claudia los 365 días de sus dieciséis años.
A ver, te voy a dar un ejemplo extremo. Bernardo Terruggi, compañero de secundario de ella que estudiaba en la casa, que nunca militó en la puta vida y de pronto en una revista que hay en La Plata que la publicaba el padre Cajaro, un cura del tercer mundo muy solidario, que se llama “La Pulseada”, (Bernardo) concede una entrevista porque él tenía una hermana mayor que era montonera y murió en combate defendiendo una imprenta clandestina. El pibe nunca se metió en política, pero cuenta algunos episodios de la chica que lo involucraron y entre ellos la amistad con Maria Claudia. Y en determinado momento dice: “y no, Maria Claudia ya en el último tiempo estaba muy pinchada, estaba muy decepcionada de la UES, decía que militar en eso era muy complicado y que estaba pensando en dejar y sin ir más lejos me dio a mi un paquete de stickers autoadhesivos para que me deshiciera de ellos y esto que el otro. Y al cabo de 20 o 30 días después voy a visitarla a la casa y sale la mamá llorando y me dice que se la han llevado”. Bien, este es el testimonio de Bernardo Terruggi, yo estuve con Claudia hasta te diría tres o cuatro días antes, estuve no implica convivir, ya te digo como un pegote pero de vernos con mucha frecuencia con mucho cariño, nos encantaba el intercambio político. Yo te digo la verdad y cuando te digo la verdad tómalo entre comillas, yo te digo mi verdad, la impresión que a mí me causaba esa chica en esos últimos días de libertad era que tenía que bajar un cambio porque la mina estaba muy pila agitando, viste, no solo por el boleto estudiantil secundario sino también por la libertad de profesores que caían en cautiverio repudiando la presencia de funcionarios norteamericanos en la Argentina, muy pila. Por decirte un episodio muy próximo a su captura y después tengo testimonios tales por medio del lugar de cautiverio o de los recreos o de ir a ducharse en pelotas en el campo de concentración. De hecho, Emilce Moller otra de las sobrevivientes estuvo conversando con Claudia hasta los últimos minutos en que la liberaron bajo el Poder Ejecutivo Nacional a ella, y se despidió de Claudia y todo. Pablo Díaz es un poco el vocero oficial hasta ahora de “la noche de los lápices” también me ha contado que la vio muy entera. Otra, Norita Ungaro, hermana de Horacio Ángel Ungaro víctima de la noche de los lápices, también estuvo conversando con Maria Claudia hasta último momento en cautiverio y la vio muy pila, muy pila hasta con una posición fatalista de ser consciente del precio que iba a tener su compromiso. Porque cuando Pablo Díaz le dice con todo idealismo y con la mejor buena leche, “Claudia, nos vemos afuera”, ella dice: “no, Pablo, nosotros no vamos a salir, “brinden por nosotros todas las navidades”, estamos hablando de una persona que tiene una convicción fatal del costo que tiene su compromiso político.
En “memorial de guerra larga” cuento una anécdota de cuando yo voy pocos días antes de este desenlace a la casa de mi tía Rosa a hablar con Claudia y con Maria Clara Ciochini que era superior jerárquica de la organización montoneros de Maria Claudia. Mi hermana en ese momento era aspirante y Maria Clara era oficial montonero, ya tenía responsabilidad sobre Maria Claudia, en otras palabras para que nos entendamos, la decisión sobre qué carajo hacer con ese departamento la iba a tomar participándola Maria Claudia pero la iba a tomar Maria Clara. Esto muy públicamente no se domina porque, entre nosotros, por razones de tipos narrativas, guionísticas, melodramáticas, la película de Héctor Olivera medio que la convierte a mi hermana en la number one, en la vida real era todo más parejo. Ahora yo no puedo a 25 años, no solo yo sino el resto de los familiares de los pibes también, vamos corriendo atrás de la pelota de la versión que va escribiendo la película y he tratado yo también por respeto a las otras familias de equiparar un poco la figura de Maria Claudia con los otros pibes. No era que ella era la líder, o sea el guión precisó construir una especie de love story del horror entre Pablo Díaz y ella que por otra parte tenía un novio con nombre y apellido que era Roberto, y trascendió de esa manera. No hemos tenido poder para desmontar esa versión tan idealizada en donde la mina aparece como si fuera Juana Azurduy, no, mi hermana no era un personaje épico ni una guerrillera heroica, era una mina común y corriente que pensaba fumarse un porro o ir a bailar. Pero tenía, que eso nos viene de familia, una enorme sensibilidad social. Bueno, me parece a mí y esto te lo digo más como docente de comunicación, que la versión que flota entre la juventud es la escrita por la película de Héctor Olivera que se sigue dando en todos los colegios y como que va prorrogando la situación.

Discípulo del cineasta Gerardo Vallejo (cine liberación), fundó el grupo de cine Martín Fierro participando de la realización documental “El otro país”, primer premio UNCIPAR 1988.
Entre sus obras poéticas se encuentran: Piedra libre para todos mis compañeros; Te sigo buscando liberación; Bitácora (primer premio editorial Amaru); Arre! Potrillo de los pobres; Memorial de guerra larga; Itaka; y La gomera de David.
Realizador de los largometrajes documentales: “Pago chico, patria grande” (Uruguay 2003) “Esperando a Sandino. Testimonios de un pueblo en pie” (Nicaragua, 2006), “En banda. La vida por el rock” (Argentina 2007).


Esta no es una historia de personajes de la mitología griega, es una historia de gente con sus más, con sus menos, con sus todavía, con sus vulnerabilidades, no se puede concebir a esa militancia como una militancia de bronce señalando el horizonte desde una plaza porque no te van a dar las cuentas, no te da. Ahí hay una enorme humanidad, una enorme sensibilidad, una necesidad de debatir decisiones que hoy fuera de contexto uno tomaría por locuras, como decir: “caramba, estamos en la clandestinidad, nos están persiguiendo ¿tiene sentido andar con el bombo?, ¿tiene sentido arriesgar a un pibe en este contexto?, ¿tiene sentido que te tapeen la puerta y tener que saltar la tapia del fondo con esa panza de 7 u 8 meses?” y debates heavy metal de si tiene sentido, si no es, no te digo contra revolucionario, no a tal extremo pero si decir: es un alto riesgo y traer pibes al mundo para cuidarlos en ese estado de vulnerabilidad. Y ni que hablar lo que han escrito y los litros de tinta que han gastado la oligarquía y los milicos en escracharnos con esto, y decir: “sí, porque se encubrían detrás de sus panzas, en sus carritos de bebés”, obviamente hasta te diría que en términos psicoanalíticos vivir en riesgos y estar pensando en engendrar implica también jugar el partido en área rival, o sea no estar con la pelota en el área propia corriendo el riesgo de un gol en contra sino teniendo una prospectiva. Yo hay una cosa que me acuerdo patentemente de esos días, que no puedo recordarlos con otra descripción que como días de guerra, me acuerdo de duerme velas en una cama doble mirando el cielorraso con mi compañera de entonces que era la hija menor de Estela de Carlotto, Claudia Susana Carlotto, que me decía: “proyectemos aunque no estemos totalmente convencidos, soñemos, tengamos sueños” y me duele infinitamente contarte esto, y yo no podía, no podía prometerle, quizás dejame decir algo a favor mío, por una extrema honestidad de no poderlo sentir. Medio boludo porque bueno hay un disco por ahí de Sabina que se llama mentiras piadosas pero bueno estás con tu compañera con la que estás compartiendo un riesgo de vida y decir que vamos a hacer a mediados del año que viene para jugar a esto de que tenemos futuro, y no me salía, no me salía actuar una respuesta. Hoy lo recuerdo con mucho dolor a eso, esa incapacidad o dicho de otra manera, esa noción de vivir el día a día y agradecer la decisión correcta de doblar hacia la esquina de la derecha y no hacia la de la izquierda que es donde te estaban esperando.

Vuelvo una y otra vez a recorrer las páginas de tu libro “Memorial de guerra larga” y siempre que lo termino de leer me surge la misma pregunta: cómo hiciste para pasar a la clandestinidad y tener la cabeza fresca para tomar decisiones en las cuales estaba en juego tu vida y la de tu compañera, sabiendo que tu hermana estaba secuestrada, que tus padres eran interrogados y llevados a los campos de concentración en donde sufrieron los peores tormentos. Y que además con tu compañera estaban esperando un hijo. Para decírtelo más en criollo, ¿Cómo hiciste para tener tantos huevos y enfrentar esas situaciones límites?

No, no se si son huevos porque también tené en cuenta el subtítulo del libro que dice “un pibe entre cientos de miles” entonces cualquiera que sea lo que ahora pueda llegarte a definir frente a tu inquietud multipliquémoslo en proyección geométrica de que era una actitud de una generación que entendía, que tenía que superar los sueños pendientes de la generación de sus padres, pensá que si es cierto para el pueblo trabajador, que al menos en la segunda mitad de los ‘40 vivió el período más feliz de su vida, que los gobiernos civiles truchos y militares feroces que han venido después no hicieron más que intentar dinamitar los cimientos de esa patria con justicia social y sobre todo con inclusión y desarrollo equitativo, me da la impresión de que no le perdonamos a nuestros padres el hecho de haber sido tan permisivos con el poder, de haber puesto como prioridad la negociación y una negociación en la que siempre salían perdedores, parecía una lucha en la que terminaban dando la otra mejilla. También es cierto que nuestra generación crece a patadas porque estos 18 años que atraviesan los mejores años de la vida de un joven con pollera larga, pelo corto, restricciones, revistas pornográficas que llegaban de importación y acá en la mesa de revelado de las fotos le borraban la rayita del pubis a las minas, o sea un nivel de cercenamiento de las libertades públicas y de presupuestos elementales de la cultura que eran actos de violencia cotidiana muy severas, entonces una generación responsable con una carga profunda de amor pero cuando el amor no fortalece, fortalece el odio y no un odio bíblico condenable en el fuego eterno del infierno sino el odio merecido de un enemigo que no tiene piedad, que es capaz de bombardear una plaza llena de hombres, mujeres y chicos con aviones de la marina bendecidos por la curia, que es capaz de fusilar en los basurales de José León Suárez sin ninguna legalidad, y bueno, entonces nuestra generación crece a las patadas y con todas las puertas cerradas, para mí es digno de la ciencia ficción que un presidente civil le ponga la banda presidencial a otro presidente civil, no estoy acostumbrado, es una cosa sorprendente. Entonces ver el dolor de mis padres, ver a mi padre con un pasaporte negado para irse de luna de miel, ver a mi madre que se quedaba después de hora educando a los pibes más cabezadura en colegios de morondanga con calles de tierra, ver a mi padre salvado por las obras sociales del movimiento obrero organizado volver en una Ford destartalada que era de su abuelo porque ni plata para tener un auto propio tenía. Vivíamos en una casa heredada por una generación anterior que era la generación de la prosperidad. Verlo a mi padre putear en voz baja los errores del peronismo en privado y defenderlo con hidalguía en público aunque le llenaran la cara de dedos, acompañar a mi padre en ese fortacho a que le paguen una consulta médica en el suburbio con media docena de huevos o un pollo y yo estar viéndolo con pantalón corto. La construcción de la autoridad de un padre y el respeto no pasa por el chamuyo, pasa porque vos veas que ese tipo no es verso, que esta ahí haciendo, y que te digan: “che, que grosso tu padre”, si, pero yo estuve ahí con él, yo lo vi a esto ¿me entendés? Para no hablar después más adelante llevarlo en el baúl de un auto clandestino a curar a un compañero herido de un cuetazo en el tobillo, o como yo lo he tenido, que lo habrás leído en memorial, llevando gelamón en el baúl de un auto de él con un pobre flaco con una bicicleta que chiflaba si en las esquinas veía algún peligro, y si veía algún peligro había que dejar el auto con la patente legal de mi viejo, irnos a la mierda y el tipo tenía que cambiar el documento. El doctor Falcone, uno de los cirujanos más prestigiosos de la ciudad de La Plata pasaba a la clandestinidad conmigo si nos cagaban porque el auto ese era adquisición legal, no era un auto afanado, el tipo ponía el cuerpo. Entonces también hay una dimensión íntima, que no es la dimensión ética de decir no, no me banco que a mi pueblo le hagan esto, que es lo principal, pero después esta la sensación de que ese tipo no se merecía sufrir, me entendés?. Mi vieja y mi viejo no se merecían sufrir y esto también multiplicalo en proyección geométrica. Al pueblo argentino le tocaron el culo muchos años, le bailaron un malambo encima y eso también te pone pila para salir a la calle y correr riesgos, no es que vos te comiste un par de novelas de caballería y se te subió la mostaza al bocho como a Don Quijote. No, loco, después podemos ir a otras cuestiones que hoy se pueden racionalizar mejor que en otro momento que es que tampoco teníamos noción porque no había precedente en la historia de con qué estrategia de destrucción de los rebeldes venían estos tipos, nosotros no sabíamos lo que era la desaparición forzada. Cuando mis padres nos tocan la persiana a Claudia (Carlotto) y a mí en la madrugada del 16, nosotros obviamente no comíamos vidrio, lo primero que hicimos fue irnos de ahí porque si a la pobre mina la verdugeaban mal la posibilidad de que largara ese dato estaba, viste, cosa que sucedió 48 horas después porque había un código en la organización que implicaba que no te dejaras picar como carne molida por el hecho de no, no digas nada porque sino sos un traidor sino que de acuerdo a la gravedad de los acontecimientos se iba fijando, cuando venía más liviana aguantá 72 horas, un poco más pesada aguantá 48 horas y ya después bueno, si podés aguantá 24 pero la consigna era que donde caía un compañero que conocía un dato heavy, pirás, entonces hicimos eso. Pero mi consejo en la plaza Rocha de La Plata, donde nos bajamos con Claudia y como no teníamos donde puta ir a esa hora de la noche terminamos en un telo de La Plata, era vayan al regimiento 7 de infantería, vayan a la curia, vayan al partido justicialista de La Plata, hagan un habeas corpus, miré que pelotudo, loco, septiembre del ‘76 pensando la realidad con los códigos de la represión que se habían bancado mis viejos anteriormente. Acá, como dice Rodolfo Jorge Walsh en la carta abierta a la junta de comandantes, el desaparecido pasaba a ser propiedad privada de las fuerzas armadas sin referencia en tiempo y espacio con lo cual no se sabía donde poronga estaba y corrías el riesgo de darlo por muerto, con ese ser reducido a objeto se podía disponer operando cualquier tipo de flagelación, incluso la más demencial como las que se han cometido en la ESMA y en Campo de Mayo, serruchar una pierna sin anestesia, meter una rata en la vagina, en la escuelita de Famaillá al compañero Claudio Slemenson de la UES lo hicieron a la parrilla y no confesó ni su nombre, no era una película de cowboys esto. A los organismos de derechos humanos no les gusta hablar que acá hubo una guerra porque los remite a la lógica de que entonces había dos bandos enfrentados, una lógica más tradicional porque si hubo una guerra es una guerra irregular de confrontación de interés social y político, no una guerra como la segunda guerra mundial, está claro que no, pero digo hay algunas cosas que ocurrieron que no las podes evaluar sin una lógica, sino no te dan las cuentas para entender, porque nosotros no mensurábamos eso que iba a venir, entonces irnos enterándonos mezclaba el amor a la patria que se prolongaba a la familia que vos la habías visto sufrir. Porque convengamos, los Falcone en La Plata éramos una familia media pero mi viejo no era un médico multimillonario que andaba firmando autógrafos por ahí o que hacía cirugías estéticas, o sea un médico de mutuales de obras sociales metalúrgicas, papelero, de la carne, el vidrio. Mi madre había sido una maestra normal de escuela pública de suburbana generalmente, entonces éramos una clase media empobrecida que nunca nos faltó lo elemental pero que nunca nos sobró nada porque yo me acuerdo de la vergüenza de mi viejo cuando no conseguía laburo en ningún lado por peronista y cuando se acabó el hábito de comer un plato de entrada antes de la sopa o del churrasco y se acabó, y a veces no había postre, que son pelotudeces frente al dolor y la privación que tiene hoy nuestro pueblo más pobre. Y entonces vos decís que huevos como en la clandestinidad, y no, es mucho amor y mucha bronca, el motor fuera de borda es ese, es decir y si bueno alguien lo tiene que hacer, no pueden seguir forreando así. Y después la retroalimentación con los compañeros, aparte uno no era el único sino que te encontrabas con compañeros que vos sentías y te comprometías, y vos no podías ser menos, Domingo Alconada Aramburu, de La Plata, un apellido de triste memoria en las fuerzas populares, su abuelo había sido piloto de la aviación bombardeando la Plaza de Mayo en junio de 1955. Domingo era el oficial montonero responsable nuestro en la JUP de medicina en La Plata, el abuelo era un fusilador de la libertadora, muere en la tortura cantando la marcha peronista, revive el honor de toda la familia y vos ¿que vas a hacer con eso? Vos vivo y en libertad con un bebé en la panza de tu compañera ¿que vas a hacer? Como dice Gatica en la película de Fabio: “a mis compañeros se los respeta, mientras yo viva delante mío no les toca el culo nadie”. Es medio así porque es muy fácil escribir una historia de heroicidades facilongas a distancia de los riesgos que se corrían en aquel entonces, a veces tenías un cagazo padre pero eran más las ganas de decir bueno… pero mirá que en Nicaragua lo hicieron, en Argelia la hicieron, en Cuba la hicieron, en Vietnam la hicieron.

¿Existía ese pensamiento en la cabeza de los militantes de esa época?

Si, claro, hubo compañeros de una generación previa a la nuestra que habían ido a hacer instrucción a Cuba, cuadros que habían vuelto de ver la experiencia del socialismo, de tocar, de palpar, de experimentar una sociedad más humanista en la que no faltara un litro de leche diario para los pibes, como la que nosotros queríamos y ni que hablar los compañeros de la vieja resistencia peronista que habían jugado fútbol en los campeonatos infantiles de Evita, que habían visto la plaza llena de millones de personas dialogando con el General y la abanderada de los humildes, verdaderas asambleas populares.

En la noche del 16 septiembre de 1976, no sólo fueron secuestradas María Claudia y María Clara, sino también algunos de sus compañeros de militancia, los cuales hoy continúan desaparecidos: Horacio Ungaro, Daniel Rasero, Francisco López Muntaner y Claudio de Acha. Aquella noche de septiembre fue sólo una de las tantas noches de secuestros a estudiantes.



Me emociona mucho la capacidad de resurrección de esta mina, mirá, yo soy medio pelotudo para esto pero a veces me resulta injusto con otros desaparecidos, igual o más valiosos que ella, ese lugar casi VIP que tiene en el amor de los pibes, como que me siento interpelado y digo: yo tengo que tratar de bajar un poco los decibeles porque obviamente que tengo interés pero bueno vos después te sentás frente a papás o hermanos del resto de los pibes de “la noche de los lápices” y ves esa asimetría en la construcción del relato. ¿Cuál es la historia de dominio público de calibre, de Panchito, de Maria Clara?, hay tanto por escribir y a esta mina la han colocado en un lugar que te excede. Yo te mentiría si te dijera que mi vieja y yo hemos ido atrás de la película dando manija “si, porque Maria Claudia y no hubo más que Maria Claudia y después de Evita viene ella”, nada que ver, sobre todo yo, porque mi madre obviamente después de tener 9 meses en la panza a una criatura y que te la arranquen así, era un acto de amor hablar bien de ella. Yo, al haber sido compañero de lucha de Maria Claudia podía con un poco más de autocontrol contar episodios que incluso hasta mis padres desconocían de su propia lucha ya en la clandestinidad, de que andaba con documento falso, que no tenía problemas con los fierros, ¿me entendés?.

Cuando salió todo el mundo a la calle “Perón vuelve, Perón vuelve” ¿que mierda íbamos a hacer en nuestra casa?, fue una marea humana que nos arrastró con mucho gusto porque hubo momentos de alto nivel festivo. En Ezeiza, cuando vino Perón, que tuvo un desenlace tan feroz, porque ya ahí las fuerzas más conservadoras del país, comenzaron a tratar de pensar un proceso de transformación profunda, yo no sé cuantos millones, algunos dicen dos otros dicen tres, otros dicen que llegaba a cuatro millones de personas que estaban encabezadas por las banderas de las organizaciones revolucionarias del peronismo, quizás por eso o, mejor dicho, por eso se desencadenó la tragedia donde un agente de la CIA, como López Rega, contrató francotiradores de la (OAS) organización que en Argelia había combatido contra el frente de liberación Argelino, y hubo la masacre que hubo. No veíamos por qué el General tenía que recostarse sobre los sectores más retrógradas del movimiento pero, bueno, hasta los líderes se equivocan y él no tuvo mejor fino que tratar de frenarnos apostando a gente que yo no se si él era consiente de hasta donde estaban dispuestos a llegar, porque yo siempre digo una metáfora que suena dura pero es la mas feliz que yo he podido construir para mi, hasta ahora, si el Papa te excomulga del Vaticano, la inquisición te aniquila y en la medida en que Perón a nosotros nos sacó tarjeta roja todos los sectores de derecha que estaban agazapados para saltarnos al cuello se sintieron legitimados y todavía viven de renta de ese episodio disputando si nuestra identidad era genuina o si estábamos maquillados como peronistas, y en realidad, éramos otra cosa y te digo más allá de los compañeros (FAR) que venían de un marxismo con perfil nacional que después terminaron confluyendo con nosotros los Montoneros. Yo te diría que la mitad más uno de quienes protagonizamos esa experiencia generacional dentro del peronismo, particularmente en Montoneros, mucho del marxismo no conocíamos, yo sin ir más lejos soy un respetuoso de la filosofía materialista, dialéctica como metodología de análisis y objetivo de la realidad científica como lectura de la historia eventualmente. Pero no he sido ni soy ni seré marxista y no por un anticomunismo, ni un antimarxismo choto, sino porque entiendo que la identidad que el pueblo argentino mayoritariamente viene construyendo en sus epopeyas históricas desde el malón, la montonera federal, la chusma Yrigoyenista, el aluvión zoológico, según le decía la libertadora que hizo el 17 de octubre, la resistencia peronista, la epopeya montonera, hasta te diría el argentinazo de diciembre del 2001, mayoritariamente el caudal de ideas dominantes giran en torno a una épica que se podía definir como: “nacional, popular y revolucionario”. Yo si vos me preguntás mi identidad actual ahora que creo que el peronismo ya a dado todo de sí, yo te digo, yo soy un nacionalista revolucionario, lamentablemente en un país donde ha habido nacionalismo ultra católico, conservadores, chauvinistas, reaccionarios, tengo que poner el adjetivo de revolucionario para diferenciarme de los fachos. Chávez lo ha definido como el socialismo del siglo 21, evidentemente es un socialismo que hay que inventar pero es un socialismo que va abrevar en las tradiciones constantes y sonantes de la lucha popular, no en los libros de los teóricos brillantes sino en esas epopeyas que hemos numerado. Entonces es una ideología en movimiento que se va renovando por oleadas pero es la ideología de los pibes no politizados que pelan en las canchas o en los recitales cuando se ponen una remera con la cara de que se yo, por ejemplo: la ideología de Rockambole para los redondos, las banderas argentinas que se agitan cuando tocan divididos, los buzos con las Islas Malvinas, ni hablar cuando toca Iorio con Almafuerte que directamente y explícitamente, uno grita ¡Eh, viva Perón! ¡Muy bien pibe! Ese ida y vuelta que excede con creces al peronismo, porque insisto no es joda que haya habido una década menemista y, hoy por hoy, hasta nuevo aviso no estamos para ismos, creo que esos los tenemos que crear y que van a abrevar los mejores ismos que el pueblo argentino haya podido generar. Pero yo creo que todos esos ismos van a ir a una alcancía en la que la experiencia popular con triunfos y derrotas se capitaliza y que la última vez que habíamos ahorrado 10 años de felicidad en el gobierno y 18 de resistencia, la oligarquía de este país rompe esa alcancía y nos descapitaliza de experiencia popular a partir del año 1976. Y que recién ahora venimos pegando los pedacitos de la cerámica del chanchito con la gotita para empezar a poner otra vez las moneditas allí y volver a tener un capital de experiencia popular que un buen día nos permita decir bueno: ¿saben qué?, lo de que se vayan todos era cierto, en este país está agotada la partidocracia liberal, y los cabecitas, los desposeídos, los invisibles de la Argentina tienen que tener voz y voto en el parlamento, no puede ser que decir eso sea subversivo; la ex prostituta jujeña Milagro Sala que dirige la organización barrial más fuerte del país “Tupac Amaru” en alto comedero San Salvador de Jujuy tiene el mismo derecho que Elisa Carrió a sentar el culo en el parlamento y decidir el destino de este país, y eso no es zurdo ni marxista ni nada. Yo estoy seguro que una asamblea constituyente que reforme la constitución unitaria, porteña, mitrista que tenemos y haga de ésta una democracia social participativa, plebiscitaria como te venía diciendo, que ensanche las representaciones sociales, va a descomprimir los niveles de descontento, saturación y bronca que se están acumulando. Por la pacificación nacional peleo, por la paz social y la convivencia entre los argentinos, pido por eso y peleo por eso.

¿Que pensás acerca de los distintos juicios que se están llevando a cabo a los represores de la última dictadura, te parece que sirven después de haber pasado tantos años?

Pienso que es un jalón importante, creo que se perdió mucho tiempo en juzgar tan solo a las cúpulas y que se debía haber avanzado con mucha más celeridad. Estoy absolutamente comprometido, ahí sí como los organismos, a que se unifiquen las causas y no se siga desgastando a los testigos y haciéndolos desfilar por 500 juzgados del país porque parece una metodología destinada a cansarlos, que los exponen como ha pasado con Jorge Julio López, que soy un convencido que la orden de secuestro salió de Etchecolatz, de la cárcel de “Marcos Paz”. No sé por qué no se buscan medios más drásticos, obviamente no estoy hablando de apremios ilegales contra el tipo para hacerlo desembuchar porque no tengo la moral de los asesinos de mi hermana, y yo me voy a morir respetando la vida de ese tipo. Porque le voy a demostrar al mundo como mi generación, que no somos ratas como ellos. Me parecen justos pero no me genera, y creeme que no te miento, el deseo de humillar a mis enemigos, de bastardearlos, de burlarme de ellos, de si Bussi está declarando con una sonda puesta y se pone a llorar no me sale salir a hacer caricaturas y burlarme, no me sale en la ética con la que comulgo, con la que yo profeso y con la de muchos compañeros con los que milito en lo social, no está la de gozar al caído, patear a un caído, eso creo que queda del lado de ellos, yo creo que al enemigo se lo respeta, no se lo goza, se le aplica una justicia ecuánime a la luz del día y en la medida de sus merecimientos, con transparencias, pero no me gusta escupir a un viejo, empujarlo, humillarlo, yo tengo orgullo de soldado.