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viernes, 13 de enero de 2012

Entrevista a Cecilia de Vicenti hija de Azucena Villaflor realizada por P.M.Giacobbe

publicada en refugio de Monos en noviembre de 2008.

El 10 de diciembre de 1977 en la esquina de Avenida Mitre y Cramer, Sarandí, es secuestrada por un grupo de tareas de la ESMA Azucena Villaflor de De Vicenti, tiene 53 años. No es común que se lleven mujeres de esa edad.

Pero dos días antes, en la iglesia de la Santa Cruz, en el barrio de San Cristóbal, también secuestran mujeres ya mayores: la religiosa francesa Alice Domon de 40 años, María Esther Ballestrino de Careaga, 59, y María Eugenia Ponce de Bianco, de 53. Además se llevan a Raquel Bulit, Angela Aguad, Patricia Cristina Oviedo y Eduardo Gabriel Horane, que tienen entre 24 y 33 años. Horas antes, en la esquina de Paseo Colón y Belgrano, secuestran a José Julio Fondevila, y Horacio Aníbal Elbert. Y más tarde en la Boca, a Remo Berardi. Por último, el 10 por la mañana en su casa de Ramos Mejía, suben en un Falcón a Léonie Duquet de 61 años, que no participaba del trabajo que realizaban las Madres.
Los secuestros son parte de un solo operativo y es el resultado de la infiltración de Astiz en las Madres que comenzaban a organizarse para reclamar en forma conjunta por sus hijos.

CECILIA DE VICENTI es hija de Azucena y cuenta que cuando Astiz se hacía llamar Gustavo Niño y decía que venía de Mar del Plata buscando a un familiar, solo, porque su madre estaba enferma, casi se queda a dormir en su casa.

Azucena quería que se quede. Pero su esposo, Pedro, se opuso. “Y eso tiene su pro y su contra.” Asegura Cecilia “Lo bueno es que no se quedó ese asesino a dormir en mi casa y lo malo es que yo podría ir a un juez y decir:- si estuvo. Y no puedo, porque yo nunca lo vi.”

MARIA DEL ROSARIO CERRUTTI es la madre de Fernando, secuestrado en su casa de Florida el 10 de mayo de 1976, y ella lo vio a Astiz varias veces: en la Plaza, en las Iglesias, el 8 en la Santa Cruz y por última vez el 15, de nuevo en la Plaza.

- El jueves 8 de diciembre (del 77, cuenta María del Rosario) estábamos reunidas en la casa de Emilio Mignone, en la calle Santa Fe, la comisión de las Madres, es decir, un grupo que nos juntábamos, no estábamos organizadas. Estábamos contando la plata que había para sacar una solicitada el 10 de diciembre que es el día de los Derechos Humanos. Y nos dicen a dos madres: “Vayan a la Santa Cruz porque va a estar Teresa y va a juntar la plata que reunieron la gente de la Santa Cruz.” Entonces nos vamos Beatriz Neuhaus y yo.

TERESA es Esther Careaga, y María del Rosario explica que la llamaban así porque no sabían que se llamaba Esther: “la habían bautizado en la Liga. Cuando ante la pregunta de Lucas Orfanó: ¿y Ud. como se llama?, se quedó callada. Bueno, digamos Teresa. Y así la llamamos, después nos enteramos que era Esther”

Alrededor de las seis y media, Beatriz y María llegaron a la puerta de la Parroquia, que es por la calle Estados Unidos. “Estaba Alicia Dumont, la monja, estaba Maria Ponce de Bianco, la otra madre, y las tres nos quedamos hablando ahí.
Beatriz entró al jardín. Ahora está todo alambrado pero era todo abierto, había bancos. Era un jardín, estaba lleno de gente, estaban todos ahí porque era un jueves después de la plaza...”
Esther Careaga estaba adentro, con otras madres y otra gente. Ella tenía la plata y alguien le avisa que ya viene.
- Bueno.

En eso se hicieron las ocho y media, oscurece. Alicia entra y Esther sale con una señora. Lleva la plata. Se van, caminan por Estados Unidos para el lado de Urquiza, atrás de ellas va María del Rosario y Maria Ponce de Bianco, “y cinco metros mas adelante dos tipos que la agarran a Esther y la arrastran. Aparece otro tipo en manga de camisa, la agarra a María que iba del lado de la calle, y la tira para afuera y a mí me tira contra la pared.”

-¡Qué pasa, qué pasa, qué pasa, qué pasa!- María del Rosario recuerda y revive desesperación.
Una voz que se sabe de asesino le contesta: - Es un operativo por drogas.
Y enseguida la orden:
- ¡Sigan!
- ¡Sigan!
- ¡Sigan!

“Y empuja a dos madres que venían atrás y las tres nos vamos apretadas. A mí no me intentaron llevar, me tiraron contra la pared y a las otras dos, las agarran y las empujan. Así que las tres seguimos hasta la puerta de la iglesia. Hasta la esquina. En ese momento salía toda la gente de la misa. Metidas entre medio de toda la gente. Sin saber que habían hecho con las compañeras, fue todo un segundo.”

Desde la Iglesia llegaron a la Avenida Independencia y las tres se tomaron un taxi. Las otras dos madres se bajaron en Once. María del Rosario siguió en el taxi hasta lo de Mignone, se bajó tres cuadras antes por si la seguían.

En esa casa se encuentra con las otras Madres y les cuenta. Azucena no estaba, se había ido a buscar plata a la Iglesia de Betania. Juntan la plata y se van a la casa de Marta Vásquez, a tres cuadras. Emilio Mignone “se juntó con los abogados del CELS y empezaron las recorridas a ver cuantos se habían llevado. No se sabía. Entre medio de toda esa gente estaba Gustavo Niño, que iba a todas las reuniones de la Santa Cruz. También iba Remo Berardo, que quería hacer un periódico, imprimir algo, y Gustavo Niño estuvo en la casa de él para ver como imprimirlo”.

María del Rosario llamó a su casa y hasta que su marido no la pasó a buscar, alrededor de las once de la noche, no se quiso mover.

CECILIA DE VICENTI dice que Azucena no sabía como decirle a su esposo que habían levantado gente en la Santa Cruz.: “Eso pasa el jueves, yo el jueves no lo sabía. El viernes a la noche yo veo a mi vieja con los ojos vidriosos, desencajados. Viene Aída, (otra Madre) habla un poco con Aída. Yo era media cholula, miraba la novela. Entonces mi mamá en una punta de la mesa y yo en la otra. Se va Aída, la acompañamos y le pregunto: ¿mamá, me podés decir que te pasa?

Nada. Nada.
¿Como nada? Yo te conozco ¿que te pasa?
No sé como decirle a tu papá que se llevaron a gente de la Santa Cruz.
Bueno, mamá, papá ya está durmiendo. Acostate y mañana a la mañana cuando te levantás a cebarle el mate se lo contás.
Sí, pero no sé como decírselo.
Mamá, contáselo, ¿que te va a decir?
Y tu papá no va a querer que vaya mas a la plaza.
Bueno. Contáselo, le dije yo.

Mi vieja se va a dormir, yo me quedo mirando la novela. A la mañana siguiente mi vieja me despierta golpeándome la puerta de mi cuarto: ¿que querés comer, carne o pescado?. Yo le contesto pescado. Y ella me dice que suerte porque me voy a hasta Mitre, porque compré un ejemplar del diario y salió borroso.”

A pesar del INFELIZ DE ASTIZ, la solicitada que Las Madres habían planeado salió publicada el 10 de diciembre. Azucena ese día ya había comprado un ejemplar de LA NACION, pero no se veía bien.
- Se va a Mitre y yo me quedo - continúa Cecilia el relato.- al ratito viene Elvira, la señora que le ayudaba a limpiar, me dice: nena, levantaron a tu mamá. Entonces yo me visto rapidito. Y me dice ¿adonde vas?
Si la atropelló un auto… Porque para mí levantar había sido que la atropelló un auto.
No, no nena, se la llevaron.

Y ahí llamé a mi papá, que se yo, ahí mucho no me acuerdo… bueno, saqué todos los papelitos. Porque en mi casa estaban todos los papelitos de la solicitada, que pedía el nombre, el teléfono, el DNI. Los saqué por si venían los militares a mi casa.

AZUCENA VILLAFLOR, considerada el motor de las Madres y su fundadora pues propuso juntarse en la Plaza y realizar las búsquedas en conjunto, es la madre de Néstor De Vicenti, secuestrado en su casa de Villa Dominico junto con su compañera, Raquel Mangin el 30 de noviembre de 1976.

- Con la desaparición de mi hermano Néstor – explica Cecilia - hubo un cambio porque ella (Azucena) empezó de lleno a buscar a su hijo, entonces un ama de casa que estaba todo el tiempo en casa, ocupándose de todas esas tareas, de repente sale a buscar a su hijo. Ya no está todo el tiempo adentro esperándonos a nosotros sino que se aboca a la búsqueda de mi hermano.

- Salía a la mañana y volvía…
- Era bastante ordenada, porque si se iba al mediodía que era cuando yo llegaba a comer, me dejaba la comida hecha. Y ahí noto el cambio, no estaba esperándome con la comida. Pero por ejemplo, a la hora del mate de mi papá, seis de la tarde, trataba de estar para preparar el mate y la cena. Si por casualidad se le hacía tarde para el mate, siempre, siempre, iba a estar a la hora de preparar la cena. Así que a pesar de todo la casa seguía estando igual de ordenada.


- ¿Y ella comentaba las cosas que le iban pasando? Imagino bastante decepcionantes…
- Muchas veces venía indignada por no obtener respuesta. O porque les habían dicho que se tenían que haber ocupado antes de sus hijos y no en ese momento, viste esas respuestas nefastas, hacían que venga indignada.


- Y en el hogar, ¿contaba esto no va más, así no sirve, hay que hacer otra cosa? ¿Vos viste que ella anticipara lo que finalmente dijo, de reunirse en la Plaza de Mayo?
- No sé de dónde sacó las fuerzas, ni de dónde sacó la claridad mental de qué había que hacer. Ella lo que sí se daba cuenta es que todas iban por separado a hacer los mismos tramites y que siempre resultaba negativa la respuesta, entonces un día en el Vicario Castrense dijo: “basta de ir separadas, vayamos juntas, vayamos a la Plaza de Mayo.” En realidad la primera intención era firmar un petitorio entre todas y decirle a Videla que le diera respuesta por sus hijos.

Con esa primera intención Las Madres se juntan el 30 de abril en la Plaza de Mayo. Es sábado, son las cinco de la tarde y no hay nadie que las vea. Luego de desechar el día viernes, deciden la próxima para el jueves después de los bancos.
Videla nunca les dará la entrevista y lo manda a Arguindegui en su lugar para intimarlas a que abandonen la Plaza.

- Ella creía que ir a la plaza y juntarse les iba a dar algunas respuestas. También sé que decía: a nosotros no nos importa donde militaban nuestros hijos. Porque una de las cosas que le daba mucha bronca a mi mamá, y por la cual se le ocurre esto, es porque una vez fue a Familiares, le empezaron a preguntar por mi hermano lo mismo que le preguntaban los militares. Que hacía, dónde militaba. Entonces la consigna de mi vieja fue decir: vamos a empezar a ir a la plaza, pero no nos importa que hacían, lo que queremos es saber que pasó con nuestros hijos. Por eso no se preguntaban adonde militaban, adonde no militaban. Y había muchas Madres que iban a Familiares y después empezaron a dejar de ir ahí y empezaron a ir a la Plaza.

- ¿Y empezaron a ir a la Iglesia de la Santa Cruz?
- Mi mamá no iba a la iglesia de la Santa Cruz. Habrá ido dos o tres veces. No más, mi mamá no se reunía con el grupo de la Santa Cruz, ella creía que había que ir a la Plaza de Mayo. El 8 mi mamá iba a ir a buscar plata por lo de la solicitada. Pero no porque mi mamá se reuniera en la Iglesia de la Santa Cruz asiduamente. No fue porque tenían muchos lugares a donde ir a buscar plata, y ella fue a la de Bari.


- ¿Y ella está como muy ligada al grupo de la Santa Cruz?
- Está ligada por la desaparición, por la fecha de la desaparición en realidad, porque el operativo era el 8 para llevarse a los que estaban juntando plata en la Santa Cruz. Como mi mamá no estaba ahí, vienen el 10 a llevársela en la esquina de mi casa.

Quedó comúnmente llamado como el grupo de la Santa Cruz porque tenían características cuando llegaron a la ESMA: eran un grupo de gente mayor, no llegaba gente de cincuenta y pico de años, siempre llegaban jóvenes. Bueno ahí llegaron muchas mujeres de cincuenta y pico de años. Entonces llamaba la atención y fue conocido como el grupo de la Santa Cruz.


- Y Astiz… se infiltra en el grupo de la Santa Cruz y ahí conoce a tu mamá…
- No, no, no, a mi mamá la conoce en la misa del día de la Madre, ¿tercer domingo de octubre?, hay una misa en la iglesia que está en la Avenida Santa Fe. Y Ahí, a mi mamá otra Madre le presenta a Astiz. Le dice “él esta buscando a su hermano”. Y él cuando iba a la Plaza trataba de hablar con mi mamá, trataba de estar.


- ¿Y con la desaparición de Azucena como cambia la casa?
- Mi papá, que yo tenía la figura de un padre fuerte, trabajador, se sienta en la puerta de mi casa… primero lo vi llorar por primera vez, después se sienta en la puerta de mi casa a esperar siempre que mi mamá llegara. Todos los días se sienta mirando para Mitre esperando que mi mamá llegara. Los tres primeros meses yo me ocupo de la casa, después cuando viene marzo le digo: papá, voy a seguir estudiando. Así que se levantaba, me llevaba a la escuela, al principio me llevaba y me iba a buscar porque tenía miedo que me pasara algo. Después no, me llevaba y yo me volvía en colectivo sola. Así que la casa cambia, cambia totalmente. Y hay una búsqueda de mi papá que busca a mi mamá y a mi hermano.


- ¿Y al principio él no buscaba a tu hermano?
La acompañaba a mi mamá, pero la acompañaba, no era la búsqueda que tenía mi mamá. La acompañaba. Si era fin de semana la llevaba. Si había una misa en La Plata la llevaba a La Plata. El la llevaba. Y después (con el secuestro de Azucena) empieza a ir todos los jueves a la Plaza de Mayo y cuando le decían que había que presentar un petitorio o algo él lo presentaba.

- Y la participación era muy diferente, el carácter de Azucena al carácter de tu papá.
- Sí, nada que ver. A mi mamá, la desaparición de mi hermano le dio un potencial mayor y le hizo hacer un montón de cosas. A mi papá la desaparición de mi mamá de hecho lo deprime y tres años después se muere. Hay una estadística hecha por las Madres que se murieron mucho más padres que madres, o sea que el hombre soporta menos el dolor que la mujer.

LOS VUELOS DE LA MUERTE.
Durante los últimos días de diciembre de 1977, alertadas por la aparición de cadáveres en las costas argentinas a la altura de Santa Teresita, un grupo de madres viajaron a esas playas. Buscaban respuestas sobre la desaparición de sus compañeras, pero fue un deambular infructuoso por Bomberos, Policía, Hospitales, Morgue y Cementerio.

En el 2005, tras la exhumación de NN enterrados en fosas comunes en el Cementerio de General Lavalle y luego de una serie de análisis genéticos, el Equipo Argentino de Antropología Forense identifica los cuerpos de Léonie Duquet, Angela Auad, Esther Ballestrino y María Ponce, quienes posteriormente fueron enterradas en la Iglesia de la Santa Cruz. Y también identifica a Azucena Villaflor, quien fue cremada y sus cenizas enterradas junto a la Pirámide de la Plaza de Mayo.

Se determina además que fueron arrojadas vivas al mar, confirmando lo denunciado por los sobrevivientes de la ESMA en relación al circuito represivo y los vuelos de la muerte.

Puede parecer para la historia un caso cerrado, pero no lo es: “Me falta saber quien fue, quien estuvo en el vuelo, quien se la llevó a mi mamá. Quien la tiró de arriba de un avión. Esa parte, que le compete a la justicia, yo no la tengo. Pero la otra parte, esa de saber que pasó, desde el momento que se la llevaron al momento que la encuentran en el cementerio, esa parte si la tengo armada.” dice Cecilia, quien conoce la diferencia entre recuperar la identidad de un NN y no hacerlo.

-Y la diferencia es que el cuerpo es de uno. Que deja de ser un NN en algún cementerio y deja de ser el misterio de los militares que solamente ellos saben donde está. Y ahora yo sé donde está mi mamá. Y pasa a ser mía-nuestra otra vez. Ya no esta más oculta, ya se sabe donde está. Se sabe la secuencia, estuvo de tres a cinco días en la ESMA, fue torturada, de la ESMA fue llevada viva en un avión, de ahí fue tirada y de ahí aparecieron sus restos en la Playa entre Santa Teresita y San Bernardo, y de ahí cuando aparecen son enterrados como NN en el cementerio de General Lavalle. Pero esto lo fui a saber hace poco, veintiocho años estuve sin saberlo.

- Por eso sabés la diferencia…
- Entre mi hermano y mi mamá, por ejemplo. Yo te digo que en mi vida me queda una deuda pendiente y es saber que pasó con mi hermano. Y la justicia, que estén presos todos los que tienen que estar presos. Acá hay una cadena de mandos, todos la cumplieron, es más, hasta la sociedad argentina miró para el costado. Porque si no muchas de las cosas que pasaron no podrían haber pasado.

¿Se sabe algo de tu hermano?
No.
¿De su compañera?
No. Igual que mi hermano, no puedo saber por donde estuvo.

De mi mamá, unos años antes me había enterado que había estado en la ESMA, para el 83, 84. Porque apareció un libro de unas chicas que estaban en Francia, que habían estado en la ESMA y habían sido liberadas, entonces ahí ellas nombran que habían visto a Azucena y que Azucena había dicho que hagan una lista porque ella pensaba que les iban a dar un susto y las iban a soltar. Y ella les iba a poder avisar a las madres de esta gente que estaba en la ESMA, de quienes estaban y quienes no.

- ¿Por qué decidís enterrar las cenizas en la Plaza de Mayo?
- Eso fue todo un tema de discusión. ¿Por qué yo iba a separar a mi mamá del resto de las Madres? Y en realidad es porque mi mamá no tiene relación con la Iglesia de la Santa Cruz y sí con la Plaza, que para ella significaba la lucha. El objetivo era que las cenizas estuvieran ahí en la tierra en Plaza de Mayo y se cumplió. Volvió a la plaza, que era de alguna manera de donde se la habían llevado, mas allá que se la llevaron de la esquina de mi casa, el significado era que no volviera a la Plaza.

NESTOR DE VICENTI.
Yo tenía una buena relación con mi hermano. Yo tocaba la guitarra por música y él tocaba la guitarra por oído, entonces lo que hacía fundamentalmente era decirme “nena que tono pongo acá”, se sentaba en mi cama y me preguntaba. Y entonces yo le decía: probá con Sol, probá con Fa. Mi hermano siempre fue muy buen hermano. Siempre fue muy comprensivo.

En mi casa había discusiones políticas más que nada con mi papá en la mesa del domingo ponele. Mi papá le decía “Néstor, te tenés que cuidar vos, que salís a defender a todos” y entonces había discusiones políticas que para mi hermano era que todo el mundo tenía que tener un buen sueldo, que todo el mundo tenía que tener las mismas posibilidades de ir a un hospital, que todo el mundo tenía que tener las mismas posibilidades para estudiar. Y había un poco de discusiones con mi papá que le decía, “bueno, todos tienen las mismas posibilidades y unos las aprovechan y otros no.” Y mi hermano le refutaba eso.

Mi papá le decía: con qué necesidad vos que podés tener el negocio que quieras vas a la villa a ayudar, mi papá siempre le ofrecía un trabajo mejor pero no quería que fuera a la villa.

- ¿Y él de que trabajaba?
- Mi hermano estudiaba arquitectura y trabajaba con unos arquitectos haciendo planos. Después se fue a trabajar a La Bernalesa, decía que había que ser operario y trabajar ahí.

- ¿Y la actividad a nivel social?
- Después, con los años, supe que políticamente mi hermano era un militante de Montoneros y estaba con la prensa de zona sur. Y a las villas iba a enseñar a leer y escribir.