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domingo, 10 de octubre de 2010

Charla con Hernán López Echagüe y Laura Giussani realizada por P.M.Giacobbe

publicada en la Refugio de monos en Noviembre 2007.

- Esto es ehh... Caetano en Londres, cuando estaba exiliado... yo lo conocí cuando estuve exiliado allá en Brasil...- nos dice Hernán López Echagüe y... Pero momento. Esta nota no empieza así. No. Esta nota empieza mirando diarios viejos, por deporte o por lo que sea.

Lo cierto es que en el PAGINA/12 del 10 de septiembre de 1993 todas las notas están firmadas por Hernán. ¿Un tipo solo hizo un diario? ¿inclusive las fotos? ¿hasta la tira cómica, de trazo sospechosamente idéntico al de REP? No. Acá hay otra cosa. Entonces, nuestro despiste que había sido total, dice ALERTA: YA SÉ QUE PASA. Y vemos la tapa del periódico en cuestión.

Hernán es la foto de la tapa. Flaco porque es flaco, en cueros, sobre la cama que evidentemente es de hospital, no mira a cámara, tiene la mirada perdida, y el título es: OTRA VEZ.

Sobre el vértice superior derecho del diario dice: “TODOS SOMOS LOPEZ ECHAGÜE. Todas las notas de esta edición de Página/12 llevan la firma del compañero Hernán López Echagüe por una iniciativa de los trabajadores con el respaldo de la empresa. Es una forma de decir que todos fuimos agredidos, que la política del terror y la agresión no va a interrumpir nuestro compromiso con la gente, que vamos a seguir exigiéndole al Gobierno –responsable por acción directa u omisión- el esclarecimiento de todas las agresiones sufridas por los trabajadores de prensa. La solidaridad es hoy más fuerte que ayer. Todos somos López Echagüe. TRABAJADORES DE PAGINA/12.”


Pero entonces... ¿cuándo empieza esta nota? Con esa nota, con esa tapa. Y esa tapa... ¿cuándo empieza?. Con el destape. El destape de los batatas y toda la patota de Pierri en el Mercado Central. Porque Hernán López Echagüe publicó una investigación que vinculaba al Gobierno con el reclutamiento de matones en el Mercado. Iban armados a los actos, los tipos estos. ( Por suerte, esto ahora pasa únicamente cuando cambian de lugar a Perón).

Pero... eso no explica cómo llegó Hernán a esa sala de hospital ¿o sí?

Hablamos del año 1993, acá nomás. Presidente: Carlos Saúl MEMEN. Ministro del Interior: Carlos RUCKAUF. Gobernador de la Provincia de Buenos Aires: Eduardo DUHALDE. ¿Eso lo explica? ¿Explica por qué Hernán López Echagüe fue llevado a puro golpe a la sala de un hospital?

Por si no queda claro, después de la paliza, el Presidente nombró a un interventor para el Mercado: Luis Patti. Sí, Patti. De larga trayectoria: Integrante de Grupos de Tareas, asesino y torturador. Comisario de la Policía Bonaerense. Investigador del caso María Soledad en 1991, que a toda costa intentó demostrar un crimen pasional. (Pero eso no es lo peor, Patti siguió haciendo carrera, como sabemos)

Patti, el ideal investigador para desmantelar a las patotas del Mercado Central.



Y la nota del destape de los batatas comienza un sábado, durante la ceremonia inaugural de la 107º edición de la Feria Rural Argentina en donde los periodistas presentes son golpeados por... ¡los batatas!. Se los denomina así por su contextura física, su color de piel y porque son reclutados en el Mercado Central, primero como changarines y después como grupos de choque.

Posteriormente, el 22 de agosto, Echagüe y Tenembaum publican una investigación en donde se relaciona a los batatas con el oficialismo, puntualmente se los liga a Alberto Pierri, Presidente de la Cámara de Diputados; y a Alberto Brito Lima, ex embajador y titular de la C. de O. (Comando de Organización, fundado en 1959) que participó en la masacre de Ezeiza, desde el palco por supuesto. De activa militancia Seineldinista y colaborador de Menem en sus dos campañas presidenciales aportando parte del aparato de seguridad para los actos.

El 25 de agosto Hernán López Echagüe es atacado por primera vez. Un corte a navaja en su cara y en la puerta de la casa. Al domingo siguiente, G. Cáceres y Luis Martínez son detenidos en la cancha de River por ser los autores de la agresión. Llevaban encima un plano de la casa de Hernán y armas blancas. Iban a ver a River. López Echagüe va a identificarlos y descarta que ellos sean los agresores. Se abrió, entonces, una causa para investigar la invención de pruebas por parte de la Policía. Se suceden las amenazas a periodistas de distintos medios e integrantes de Derechos Humanos. El 10 de septiembre, de madrugada, Hernán López Echagüe vuelve a ser agredido. El mismo día Duhalde ofrecía una recompensa de cuarenta mil dólares para quien ayude a encontrar a los culpables.


Hernán nos contó que la segunda vez lo meten de cabeza adentro de un Falcon y lo tiran al piso, que no ve nada. Y el auto arranca a mil, pero frena de golpe. Le dicen que la próxima vez lo van a matar en serio, lo golpean en la cabeza y lo tiran afuera. Se despierta en el hospital con un tipo de traje que le habla. En 1998, cuando ya vivía en Uruguay, se enteró por una nota que hizo la revista Noticias a un arrepentido sargento Tuffaro, de la bonaerense, que esa vez lo habían secuestrado para matarlo y que la frenada del Falcon fue porque un patrullero, que no estaba enterado de la zona liberada, les gritó el alto.

- Esto es ehh... Caetano en Londres, cuando estaba exiliado... yo lo conocí cuando estuve exiliado allá en Brasil...- nos dice Hernán López Echagüe. Y entonces comienza esta nota. Estamos en la costa Oeste de Uruguay, escuchamos a Caetano mientras charlamos. Con nosotros, también está Laura Giussani, su compañera. Y... más de una vez hablaremos todos juntos.


- ¿Sos de escribir y corregir mucho?
- Mis últimos libros tienen que ver con viajes, muchas veces paro en casa de amigos o de personas que me hago amigo, después tomo nota y de alguna frase surge un párrafo, después llego acá y empiezo a escribirlo. Agarrar libreta y tomar, como diría, situaciones. Quizás hay una especie de cosa cinematográfica en mi cabeza, recuerdo escenas y trato de reconstruirlas. Y muchas veces me ha ocurrido que escribo una parrafada al principio de un libro y queda como está. Le agrego cosas. Ahora con esta novela que estoy escribiendo, le decía a ella, acabo de tener una especie de alumbramiento... ¡cambié el comienzo!. Porque no me gustaba, con lo cual cambié todo. Lo que sí tengo es una cosa que trato de cumplir así a rajatabla, que si estoy escribiendo algo... no finalizar la idea o la definición, sino que dejar colgando, no sacarme las ganas. Para el día siguiente -yo siempre vuelvo una o dos páginas- entonces sigo. Entonces dejo algo y ya sé como viene. Y cuando cedo o me entrego a la tentación de finalizar la idea, al día siguiente me amargo porque digo: ¿y ahora cómo sigo? ó tráiganme al tipo que escribió esto para que me cuente como continúa... porque no tenés ni idea. No soy mucho de armar; primer capítulo éste, segundo capítulo éste... sino que un poco es como que al escribir se va escribiendo solo, de repente, ¿no? Una cosa te va llevando a otra. No creo mucho en los planes preconcebidos y exactos. La muestra clara de lo que digo es lo que me pasó en la triple frontera. Yo fui a la frontera a vivir tres meses con la idea de hacer tal cosa, incluso lo cuento en el libro. En LA FRONTERA yo cuento: El no libro de un libro que estaba preconcebido de tal manera. O del plan de trabajo que se presenta a una editorial. Cuando vendés un libro decís títulos posibles, contenido, plan de trabajo... que no lo cumplí. Porque me encontré con una realidad que no tiene nada que ver con lo que yo pensaba. Me encontré con una realidad que yo había tomado de los diarios. Los diarios hacen una construcción de la realidad muy antojadiza, como sabemos, y yo llegue a la triple frontera pensando que era un... no sé, un nido de... temibles fundamentalistas que se escondían en los bosques y las selvas misioneras, y en Ciudad del Este, yo que sé, y que eran las famosas células dormidas, y que pasaba esto con el tráfico de drogas y de armas y no sé, millones de cosas. Y ver de pronto que la realidad es otra, que no tiene nada que ver. Comprobar una vez más que la realidad está en otra parte y no en los diarios, obviamente. Y ver un cambio de esquema. Y a partir de eso hay una elección de decir: no puedo hacer planes muy marcados...

Planes hacés, lo que pasa es que después lo vas variando.- dice Laura.

Sí...- confirma Hernán.- después dije... es muy al azar... voy al MOCASE, voy a esto, aquello, yo que sé. Hay cosas que escribí y no puse porque no correspondían a mi... ¿cómo es?, objetiva subjetividad, digamos, de lo que yo quería decir. Entonces la dejé de lado. Pero sí, reescribo bastante.

Hablamos de LA FRONTERA
- en mitad de una conversa sobre otra cosa-
…era la época de EL OTRO, que según la Cámara Argentina del Libro, de los libros mas vendidos periodísticos, estaba el mío primero, yo no sabía. Entonces, venía de vender eso y con la triple frontera me rajé, me fui, chau. Estoy podrido del tema Duhalde... hasta había una situación bastante desagradable, que la gente te reconozca en la calle. Te salude, pero al margen que te vengan con la niña y te digan “te puede dar un beso mi hija”. Porque yo había estado en debates, con no sé, Grondona y esas cosas. Pero a la vez viviendo con custodios en la puerta, que me acompañaban a todas partes y entonces dije yo me voy de acá. Me pianto. Y entonces propuse...


-Yo quería sacarlo del medio
.– aporta Laura Giussani.


- Yo quería hacer un libro que fuera rutas argentinas, más o menos... ir por rutas, yo que sé, dabas vueltas y pasaban historias. Y se centró al final en la triple frontera. Y me fui, me fui.


- Pero entonces venir acá responde un poco a eso, no solo a las amenazas...
Sí... me desagrada muchísimo el ambiente que se vive en los medios periodísticos, especialmente en las personas que en un momento ganan un minuto de fama. Que se transforman en personajes empleados de los medios de comunicación. Cosa que yo nunca quise ser. No me siento un empleado de un medio de comunicación, yo no me siento un empleado, soy un tipo que escribo y según lo que escribo... bueno, me voy. Como hice en Página/12, que no me pusieron una nota y dije chau, me voy de acá, pero hacerlo así rápido, no es que medité mucho. Llegué a casa y dije: che, renuncié a Pagina/12. ¿Te acordás? Tipo ocho y media de la noche eran y me fui.

EMPEZAR A TRABAJAR EN LOS MEDIOS
Hernán acepta que tuvo suerte. Cuando vuelve al país en el 84, y se instala en la casa de su actual compañera, primero la intenta montando un bar. Por intermedio del Organismo de Naciones Unidas Para Refugiados, presenta un proyecto de microemprendimiento.

Después de fundir el bar, trabaja de carpintero y en una editorial. Y un buen día, el padre de Laura, Pablo Giussani le dice: vení a La Razón. Y esta es la parte de suerte porque cuando se presenta en La Razón no lo hace esperando que le den algún trabajo en el diario sino, más bien, algún trabajo. Pero le preguntan que le gusta hacer y contesta “escribir”.
Y entonces después de otra cita le ofrecen hacer una nota, que acepta, y le terminará dando vergüenza. La primer nota de Hernán López Echagüe trató sobre los microondas. Y pese a ser una nota trivial, estaba hecha con mucha “enjundia”.

- Y bueno, fui escribiendo ahí, escribiendo ahí y después pasé a una partecita que tenían los viernes, un espacio que era COMO ES MI FIN DE SEMANA, y era un relato en primera persona de actores famosos. O de artistas... entonces yo hablaba por teléfono y le preguntaba eso. Me acuerdo de haberlo llamado a Darín, que estuvo re simpático Y estuvo re simpático... Carlos Calvo, Carlín. Y otro que yo decía... me acordaba de chico de su belleza que era la Zulma Fayat. Y yo diciéndole que emoción hablar con usted, Ud. era la lechuguita... que hacía la propaganda del aceite... Cocinero, Maroldio, no sé como mierda se llamaba. Y ahí en La Razón eran esas notas... y ocurrió en esa época, que Tomás Eloy Martínez, a la vez, era amigo de los viejos de ella…

Así lo conoce a Tomás…

- Entonces llevaba a Tomás unas carpetas, que Tomás me miraba con una cara. Tenía una columna de cinco minutos. Lo atosigaba pobre hombre. Y de ahí... en el 86 sale un programa de televisión que se llamaba LOS ARGENTINOS y el Director Periodístico era Tomás. Entonces me pone ahí como guionista, investigador, yo que sé. Empiezo a trabajar ahí, a la vez trabajaba ahí una persona que tenía relaciones en la Fundación Plural, donde el viejo de ella también tenía contactos, una fundación de intelectuales radicales. Y hacen una revista, y me piden hacer una investigación sobre el fenómeno Bussi. Cuando Bussi aparece, de manera así rara, en el panorama político tucumano. Empiezan unos avisos rarísimos al pie de la página de la Gaceta de Tucumán que decían, de manera misteriosa: EL GENERAL HA VUELTO.

- ¡Cagamos!
- Y el General era Bussi. Yo temía por cualquier General, cualquier General me daba miedo. Todos los Generales me daban miedo. Mas me dio miedo cuando era Bussi, entonces fui a Tucumán, me instalé, estuve viajando bastante... Hice un informe especial como de ciento diez páginas, algo así. Supervisado por el viejo de ella, por el viejo de Laura, por Pablo. Que medio se quedó asombrado, lo cual para mí fue un estímulo, no sabía que yo escribía... que era mi primer libro. Y ya con eso en la mano fui a pedir trabajo en la revista El Periodista. Me toman, pero me mandan a la nota de Agenda. Que eran notas de espectáculos, algunas de cultura. Donde hice notas sobre los horóscopos, pero contando como muchos escritores durante la época del oscurantismo y cosas así, con seudónimos, habían sobrevivido escribiendo horóscopos. Y ahí un día, de repente me piden una nota para política. Voy, la hago y gustó, me pasan al suplemento político.

Cuando El Periodista cierra pasa al Diario Sur,
financiado por el PC


…Que era una experiencia periodísticamente hueca.- define Hernán.- Totalmente, diría, carente de sustento... ideas... pero nosotros nos cagábamos de risa porque te ibas a la noche a jugar al póker, o los sábados de invierno... abríamos una botella de ginebra y pasaba de acá para allá. Íbamos con Polito Polosecki, Ragendorfer y yo, nos íbamos a jugar al póker... nos cagamos de risa, la vida bohemia de periodista fue hermosa. Ahora el periódico en sí fue una porquería. A pesar de las buenas plumas que había. Lo más interesante eran las relaciones que uno hacía en el lugar. Enrique Symns trabajaba ahí. Tenés una mezcla de gente que nos reuníamos todos. Me encantaba la cosa que era posterior al cierre... Cerró, vamos todos a la casa de... alguien, che... tengo esta botella de whisky que me regaló alguien, vamos a jugar al póker. Y vamos a hacer quilombo hasta las seis de la mañana. Y llegábamos todos al día siguiente con resaca a escribir esas cosas que escribíamos.

DESPUÉS VINO...
- No... Página/12 vino mucho después.- dice Hernán y pregunta dónde eran los programas de guionista. En Edición Plus, le contesta Laura. Hablamos de eso. De cómo tuvo que dejar Edición Plus, porque el Director General, al segundo programa, no respetó su guión. Hablamos del año 91 y nos cuenta Laura: “entonces él hace el programa, la estrella era Batato Barea, y la escena final... todo, todo, se mostraba a la homosexualidad como una cosa muy dulce, ¿viste?, en esa época no era tan, tan admitida. Y él tomaba testimonios, todo... Y el final era un beso entre dos tipos.”

- Un beso hermoso, tan bien hecho, tan natural....- acota Hernán, y empieza un diálogo entre ellos...

- Y ellos querían que lo saques al beso.

- Y había puesto la música de Las Cosas del Querer.

- Sí, estaba buenísimo.

- Iba lento el beso y pasaban los créditos.

- Total que se fue, se fue del programa...

- ¿Qué? ¿Porque no quería que le saquen el beso?

- Claro. Sí.

- No, no, no, perdón...- pide Hernán.- lo que me dice Montero, el capo, como Villaruel en Telefe o estuviese... no sé, si querés Adrián Suar, un tipo que... un capo. Me llama para una reunión y me dice que estaba todo muy lindo, muy lindo, pero era demasiado objetivo.

- Era demasiado objetivo, sí.- sonríe Laura, parecería al recordar.

- ¡QUE BUENO! Dije yo. No, no, pero no se trata de eso. Queremos agregar, quiero agregar, la opinión de un psicoanalista explicando que es una enfermedad.

- Ahhh...

- Y no. La renuncia y yo me voy a la mierda. Es más, salió el programa y yo les dije que sacaran mi nombre de guionista. Yo no soy guionista de este programa. Y lo llamé a Batato Barea y le dije, mirá, yo no tuve nada que ver con esto. Porque acá... al programa le agregaron lo del psicoanalista...

- Eso todo el tiempo hay en todos lados, digamos que si aceptás las concesiones pequeñitas es más fácil quedarse adentro del medio. Si no vas a aceptar cosas así, fuiste.- es Laura quien habla.

- Claro, no, si aceptás concesiones no. Si concedés cosas. Vos concedés una cosa y vas concediendo otra. Toda una especie de encadenamiento de concesiones que hacen que vos termines...

(En este momento hablamos todos juntos y es imposible desgrabar que dijo cada uno, dura un rato, y lo primero que se entiende es a Laura decir que: “Claro, eso es lo que hablábamos ahora... no es que en ese momento había alguien que decía “hay que hacer esto porque el periodismo es esto”, naturalmente te salían...”)

- Mis reacciones eran... las enlazo más, o las veo con mayor similitud con una vieja película que era... mi tío el americano... el tío, el tío... que hacía la experiencia con las ratas, ¿te acordás? una película, el tipo ponía en una jaula en una parte, con una puertita, ratas de un lado, ratas del otro... pero una parte estaba electrificada, entonces mostraban como la rata al tocar electrificado volvía. Bueno, yo sentía como parte electrificada de la vida, entonces yo me iba. No por una cuestión de principios...

- Claro, cuando fue todo eso, mas que por los custodios, mas por una opción, él en ese momento tenia: o que entrar en la lógica de la fama y del éxito, del Best Seller y aceptar las condiciones de las editoriales que quieren determinados libros e ir a los programas, y hacer un poco de jetoneo.... y está bien, pero que al mismo tiempo te empieza a condicionar tanto, que ya estaba tan condicionado con todo eso, porque veníamos con dos años de vivir así... a la mierda, la única forma de zafar es irte.- concluye Laura.

CAETANO.
La idea del exilio nos anda dando vueltas. Como el disco de Caetano. Y nos enteramos que Laura también estuvo exiliada, pero en Europa. Y que a la vuelta de sus respectivos exilios se reencontraron, aunque no se tenían del todo. Y que Hernán, como dijimos, se instaló en la casa de Laura. Nos enteramos que los dos, a su manera, militaron en Montoneros.

-Ustedes hablan de militar en Montoneros y qué significa militar en Montoneros.
- Yo...- arranca Hernán.- te cuento mi experiencia. La experiencia mía es una, la de ella otra, el exilio mío es uno, el de ella otro. Son cosas diferentes. Ella era más chica. Yo militaba en... mi primera militancia en un movimiento que se llama Movimiento Socialista de Base, que tenía su sede en Tucumán. Que de hecho empezamos a militar porque con un grupo de amigos de un club Vasco, yo era danzarín, danzarín vasco. Durante cinco años hice eso. En el Club Laurak Bat, de Belgrano y 9 de julio...y cuando llegaron las elecciones del 73, yo no votaba porque era menor, cuando llegó Cámpora, todo el grupo, empecé a decir bueno: “a ver vienen las elecciones.” Los que eran mayores, especialmente mi hermano mayor. Somos cuatro varones, yo soy el menor, mi hermano me lleva siete años, bastante mas grande: “vamos a hacer en reunión las cosas bien. Vamos a empezar a convocar a reuniones a dirigentes, a representantes de cada partido.” Para ver a quién votábamos… y entonces yo iba. Iba de metido porque no votaba. Entonces llamaron a un radical, se fue el radical y todos nos quedamos comiendo pizza, decían que tipo pelotudo. Llamaron a un peronista, y noghh... y de repente llamaron a un tipo que era Carlos Vallarades, el Oveja, que era un tipo que no sé cómo mierda llegó ahí, que era del Movimiento Socialista de Base de Tucumán. Que era importante en Tucumán. Y la postura de ellos era muy similar a la que tenía el ERP o el ERP 22, que era: gane quien gane pierde el pueblo. Acá las elecciones son una mierda, hay que derrocar el sistema. Y el tipo nos sedujo a todos. Era un tucumano hermoso el Carlitos, entonces nos metimos en el MSB, hicimos la filial Buenos Aires. Que éramos...mi hermano Gonzalo, mi hermano Carlos, ehh... entonces íbamos y empezamos a volantear. Me acuerdo que yo iba con una boina, íbamos en el tren, tipo Constitución a las cinco de la mañana a repartir volantes. Gane quien gane pierde el pueblo. No vote a nadie Ud. Unos obreros gigantes que nos miraban con cara de culo. Repartir volantes en San Fernando, en la zona de Buenos Aires. Y después de esa militancia, esa experiencia, cuando asume Cámpora y viene toda esta cosa, yo que sé, viste... el MSB decide, buena parte se va con el ERP, los perros como le decíamos en ese momento, y otros nos vamos con Montoneros. Con las agrupaciones que respondían a Montoneros. En este caso la Unión de Estudiantes Secundarios. Yo entro al colegio, nocturno, paso a la UES, militamos en el nocturno. Hicimos todo lo que se hacía en esa época y pasó todo y... toma del colegio, huelga, quilombo, echar a un profesor, mucha cosa pasaba en esa época, muchísima, en todos lados... y después el 22 de agosto del 75 a mí me echan del colegio. Porque pongo una caja volantera dentro del colegio, caja volantera es una caja que explota y saltan volantes. Y bueno, parece que me vio un preceptor. Y un cartel puse y caían volantes, que decía, no sé: Honor a los muertos de Trelew, Montoneros, patria o muerte, cosas así. Me llevé todo un bolso gigante lleno y salí con un bolso chiquitito. Entonces el preceptor lo llama al rector y me dice: Ud. se va ya del colegio ó lo entregamos a la comisaría. Yo me voy del colegio, no se aflija. A partir de ese momento entré sí en lo que era la milicia montonera. Estaba descolgado, como se puede decir... de hacer cosas boludas, ridículas, que no viene al caso contar, entonces ya estaba con una cosa de milicia, mas de operativos... no te digo violentas...


- El primer paso a la cosa militar.- apunta Laura


- Exactamente. Sacarle el arma a un policía. Tomar un colectivo ya con la dictadura, ir armado, decirle al chofer cierre las puertas. Y no pare en las dos paradas y mientras un compañero en el medio: acá está pasando esto, está desapareciendo gente. Empezar a concientizar sobre lo que estaba pasando. Nosotros sabíamos, estaban desapareciendo nuestros amigos.

- ¿Se apuntaba a concientizar?
- A informar. Especialmente a informar, a hacer... no de manera tan importante ni con esa jerarquía, de la carta de Walsh. Pero decir acá está pasando esto. Y hacer acto de presencia, decir acá estamos. Existimos. Eran todas acciones relámpago. Copar de repente, me acuerdo, el Mercado de Flores. Cerrarlo todo...

- O encontrarnos cien personas en una esquina... mirarnos así, uno decía ahora y... – Laura es la que cuenta.

- ...Molotov, cortábamos la calle, corríamos durante cien metros diciendo Montoneros carajo y después todos... fiuuuu... para no darle tiempo a la cana que llegara. Actos relámpagos, cosas... que no vienen al caso... andar con una granada en el bolsillo, de cosas muy... alocadas, creo yo. Honestamente.

ENTONCES
- En junio del 74 .- viene hablando Hernán.- cuando muere Perón, la consigna era “Hasta la victoria siempre General”. Un general de mierda, hijo de puta, que nos cagó. Pero uno iba y pintaba. Estaba pintando eso, en la calle Viamonte me acuerdo y aparece un auto de civil y todos en cana. Voy en cana yo que sé... como era época más o menos legal, aparece un abogado y te sacan. Y el 6 de diciembre del 75 se hace un operativo también tipo relámpago, en la Avenida Corrientes, desde el bajo hasta Chacarita. Que cada dos esquinas se ponían cajas volanteras. Actos. Que era un sábado. Todo avenida Corrientes iba a estallar, digamos. A mí me tocaba, yo tenía a cargo un grupo que teníamos que poner las cajas volanteras en Florida y Corrientes. Que era un lugar complicado. Sábado 6 de diciembre la gente ya compraba cosas para Navidad, en una galería. Entonces, pongo la caja... todo programado, la cosa era muy seria en ese aspecto, mi lugar de la salida de la estación de subte... y cuando fui a la estación de subte aparecen canas por todos lados, me meten preso... me llevan a la comisaría primera, esa noche misma me llevan, estoy desaparecido cinco días, me gastaron un poco, me hicieron mierda las uñas con picana, pero me hacen aparecer de nuevo... aparezco en... Tribunales. Tipo el 12 de diciembre ponele. Me hacen una causa por intimidación pública. Y bueno... como se descubre que aparentemente los testigos de la policía eran inventados. Los testigos oculares, decían. Nadie me había visto poner nada. Y me largan. Ahí sigo militando hasta tipo el seis de diciembre del 76, o sea me quedo un año más. Me quedo el primer año de la dictadura. Y ahí bueno, ya en le medio nos estaban matando mucha gente, ya era todo un desastre. Era todo un espanto. Y yo tenía una compañera, Silvia, con la cual estaba y decidimos irnos... yo me enfermo, me agarro una especie de infección en la garganta. Que era de locos... ya ir a las tres de la mañana con un arma escondida a hacerte ver la garganta al Hospital Fernández, recuerdo. Decidimos irnos, nos vamos a la mierda a Brasil. Y empezó el exilio y bueno ahí tuve una hija, que cumple este año treinta años. Verónica.-

UES
- Los dos estábamos en la Unión de Estudiantes Secundarios.- cuenta Laura.- yo participaba de los mismos operativos, pero no lo conocía tanto a él. Estaba en otro ámbito que sé yo. Entonces todo lo que él cuenta los lugares que yo también estuve, tenemos una memoria en común de esa época.


- Estábamos en distintos lugares. Él que reapareció sí,- y el tema de las reapariciones viene a cuento porque en algún momento hablamos acerca de los reencuentros.- en Sao Paulo, Brasil, es el Carlitos Valladares, el Oveja, que ya estaba en la conducción nacional de Montoneros y era el contacto, en la época de la dictadura, uno de los contactos, entre Argentina y el exterior. Entonces él pasaba por Sao Paulo y como tenía mucho afecto por mí, viene a buscarme para que yo regrese. A la Argentina. Porque cuando vos te ibas, sin avisar, yo me fui sin avisar de la milicia, o te hacían un juicio o estabas condenado a muerte. Entonces me dice: yo hablé con la gente de la conducción, estás perdonado, podés volver. No se va a investigar nada, no se va a hacer nada. Y Carlitos venía, venía, incluso cuando nació Verónica. Vino, me regaló cositas, talquitos, y no sé que trajo de México... y las citas eran como se hacían en Buenos Aires, citas caminando o tipo secretas. Nos encontramos en la plaza, yo voy a caminar en el sentido de las agujas del reloj, vos camina en el sentido contrario y de repente... ¡uyyyy, casualidad!. Pero no hacer citas, porque estaba el Operativo Cóndor.

- Y ustedes sabían que estaba el Operativo Cóndor?
-No, no, yo no tenía la más puta idea.- suelta inmediatamente Hernán.

- Se sabía que había una dictadura militar en todos lados, no se conocía que se llamaba Operativo Cóndor. Pero muy seguro no te sentías.- contesta Laura.

- De hecho existía- sigue Hernán.- y la última vez que veo a Carlos... tipo el 31 de diciembre del 77, que él pasa al mediodía por mi casa, él se va y recuerdo que viene la noche del 31. Y al día siguiente o a los dos días, alguien que esta ahí en la comida y me dice: che, mataron a un director de cine que se llama Carlos Valladares. Entonces me entero que Carlitos se había ido de mi casa y en Carrasco había sido rodeado por grupos del Operativo Cóndor, vengo a saber ahora que son Operativo Cóndor, y bueno... resistió, se cagó a tiros y tomó la pastilla de cianuro y era Carlitos.

- Lo que pasa que era de la conducción nacional y lo estaban buscando.- explica Laura.- De hecho, hay un caso que se llama como el caso de los Vascos que secuestraron a toda la gente del Club Vasco que empezó con todo ese movimiento que él contaba y los tuvieron secuestrados en la casa. La madre de él y el hermano y todos, la madre estuvo con los milicos en la casa...

- Diez días.

- Todos esperando a que llegara a pasar este Carlos Valladares. De hecho se ve que cuando pasó por Brasil, como ya lo tenían como contacto... porque a él también le querían hacer decir donde estaba. Con la familia de rehén, ¿entendés?, secuestrada.

- En abril del 77, yo recibo una carta de mi hermano Carlos, que dice: querido hermano, estoy acá rodeado de personas que me están apuntando. La casa está tomada y dicen que si vos no entregás a Carlos Valladares, que saben que te ve a vos, porque... sabían todo, que vos sabés donde vive. Y nos van a matar a mí y a mamá. Yo no tenía la más puta idea de dónde vivía, en principio. Y agarro y bueno, le mando una carta, me hago el cocorito. A ustedes hijos de puta...

-Vos los tratabas como que eran ladrones...

- Yo trataba de asustarlos, un boludo de mierda yo... tratar de asustar a los milicos.

- Pero a Valladares ya lo tenían...

- Sí... lo tenían. Viene Valladares y yo le cuento.

- Ahí sí te debían tener vigilado a vos en Sao Paulo.

- Sí. De hecho, yo te conté, un día vamos con Silvia, volvemos, y estaba la casa toda revuelta... en Sao Paulo y no se habían afanado nada. No sé qué pasó. Un edificio con portero, con una cabina abajo. Para entrar le tenés que decir adonde vas y llamar... tenía una pinta de cana el tipo ese.

TERMINARON
desapareciendo dos amigos del Club Vasco. Jon y Adriana. Buscándolo siempre a Valladares. Volvemos a hablar todos juntos. No discutimos. Estamos de acuerdo. Es curioso, somos cuatro, cada uno hablando de una cosa distinta, relacionada con el tema, pero también nos escuchamos. Por eso es que prestamos atención a Laura que viene contando:

...y él atendió el teléfono (por Jon) y los milicos le dijeron: hace una cita. Y Jon agarró el teléfono y le dijo: no vengas. Te están buscando. Acá están lo militares.

- Jon estuvo bárbaro.

- Y ese fue el único que desapareció del grupo, porque el resto del grupo le siguió la corriente como que ellos lo iban a entregar a Valladares.

- De hecho hicieron citas, todo. Y Jon, había dejado de militar en 1975. Se estaba por casar, se estaba por recibir de Ingeniero. Y el tipo por no entregar a un amigo...

BRASIL, ANTES DE... DESPUÉS DE...
FUE DE UNA MANERA ASI
- Y ahí bueno, me quedé y empecé a vivir en Brasil realmente, cuando me separé. Yo vivía tipo cabizbajo, habían matado al Oveja, había sido todo un despelote, habían ocurrido millones de cosas y me separé y empecé a tener mas contacto con los brasileños, con los Paulistas. Empecé a vivir un poco la adolescencia que no había vivido porque con la militancia no tenés adolescencia. Lo que te interesa es solamente tomar el poder, que vas a hacer la revolución, un mundo nuevo, y yo que sé... no lo digo mofándome, no. Es bárbaro eso... pero yo que sé, parecía un pecado burgués comerse un cucurucho de helado, porque no compañeros... todo costumbre occidental y cristiana aceptada normalmente, es decir me quiero comer un bife de chorizo con papas fritas y no compañero, porque hay gente que no come, vamos a comer entonces un osobuco con... hay una especie de privación que no condice con lo que uno desea.
La cosa política argentina cuando estaba en Sao Paulo era un desastre, recuerdo cuando estaba la guerra de Las Malvinas y un grupo de argentinos que me llaman porque... hay un lugar en Sao Paulo que es hermoso, boliches italianos, movida linda... pibes fumando porro en la calle, no sé, la gente pasándola bárbaro... una especie de área liberada muy linda, re tranquila. Y hay una rua que se llama Rua os Ingleses. Y entonces los argentinos ahí querían hacer un acto y cambiarle Rua os Ingleses y ponerle Rua os Piratas. Y hay un barrio que es muy cheto que se llama Jardín América, que esta Rua Argentina. Y dicen vamos a hacer un acto para cambiarle esto para ponerle Rua os Piratas. Pero no, si es un lugar hermoso, que tiene arquitectura inglesa incluso, yo apoyo un acto que sea cambiarle Rua Argentina y ponerle Rua Dictadura. Ah… no, compañero. Y bueno, entonces anda a la puta que te parió. Para mí las cosas pasaban por otro lado. Entonces no tenía mucho contacto con la vida política.


- Igual en Brasil no había...- la sigue Laura.- en otros lugares, tipo México, Venezuela, Europa, había comités de solidaridad, pero en Brasil justamente como estaban bajo una dictadura, los argentinos que vivían ahí no... no daba el lugar. Podía haber un grupito pero en general estaban todos muy apichonados. En realidad, no estabas con la libertad que podías sentir en otro lado. Yo me acuerdo que me fui de exiliada en barco y todo el barco era de exiliados. En ese momento tenías que ver en que momento tenías lugar, todos los barcos llenos. Eran 500 personas en el barco que nos estábamos yendo del país por el mismo motivo. Y era todo muy gracioso porque vos estabas en el barco y todos los familiares despidiéndote y nadie decía nada, de por qué estaba ahí, de por qué se iba a Europa. Eran lo que ahora son cruceros, entonces me acuerdo de la tensión que había cuando tocamos puerto de Montevideo todo el mundo se metía dentro de los camarotes. Toco Río de Janeiro, toco San Pablo, Santos... y recién cuando salimos de Brasil, todo el barco viste... dijo salimos y empezamos a hablar y vos adónde vas, que sé yo. Porque además había lugares, ahí en Santos que empezaron a llamar a un pasajero “Matarazo” y nosotros decíamos lo agarraron a este. Y nosotros estábamos escondidos ahí y hasta que vos no salías de América Latina no te sentías libre. Te digo esa era la sensación que nosotros teníamos en el barco, yo me imagino que los que estaban viviendo en Brasil, eran más libres que en la Argentina pero seguías estando bajo un régimen.

- Y aparte el hecho de irse,- dice Hernán.- yo me fui en avión y el día que decido irme, de golpe, porque eso que yo dije me enfermé, yo estuve muy mal, de las amígdalas. Tuve infecciones, muy mal, de chiquito, nunca me traté, nada. Cuarenta y dos grados de fiebre, mal y estábamos levantados. Levantados de dormir mal. En colectivos, lo típico era tomarme el colectivo 60 en Constitución y podía dormir hasta Tigre y como va lento... yo que sé, después volvía. En cinco viajes, cuatro viajes, pasaba la noche. Entonces estaba hecho de goma. Mal de la garganta. Y cuando decido irme hago dos citas...

Y las dos citas eran: una con la vieja.
Y otra con el viejo. Pero irse no era fácil por muchos motivos.
Más allá de cualquier nivel que tengas.

- Depende del nivel que tenías te podías ir.
- Yo era de la UES.- dice Laura.- que son las organizaciones de base y que no llegaba a ser miliciana, yo no llegaba a estar en la parte militar. Entonces yo me podía ir sin tener sentencia de muerte. Pero si vos estabas como miliciana, y en esa época llegar a miliciano era una cuestión de días, porque iban desapareciendo todos los de arriba, iban subiendo todos los de abajo.

- Entonces tenías pibes de 16 años que andaban con granadas en la mano, de repente.- acota Hernán.

- ¿Ese cassette es infinito?.- pregunta Laura.

- No sé que tiene. Le deben de quedar... diecisiete segundos.

- Lo pusiste hace cinco años.

- No, lo dimos vuelta

- ¿Lo dieron vuelta?

- El resto te va a quedar sin grabar.

- Redondeemos la idea

- El proyecto...

- No, seguimos hablando...

- No, sí, eso obviamente, sí.

- Entonces- continúa Hernán.- yo me fui con lo que tenía puesto, me acuerdo, y primero hago una cita con mi vieja en la pizzería de Corrientes y Libertad, no me acuerdo como se llamaba, La Nacional, creo que era.

Y se corta el cassette. Y termina la nota.