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jueves, 28 de abril de 2011

Entrevista a Nélida Koifman (tía de Claudio de Acha) realizada por Leonardo Marcote

publicada en Refugio de Monos en el 2009

Así como en ediciones anteriores de Refugio de Monos hemos tenido la suerte de entrevistar a familiares de los jóvenes desaparecidos en la ciudad de
La Plata -Marta Ungaro y Jorge Falcone fueron algunos de los que ya nos brindaron su valioso testimonio- esta vez el relato de aquellos años está en manos de Nélida Koifman (tía de Claudio de Acha, desaparecido el 16 de septiembre de 1976).


La mamá de Claudio, Olga Koifman y su padre Ignacio de Acha (recientemente fallecido) se radicaron desde el año 1978 junto a sus hijos Sonia y Pablo en Suecia.


Claudio ingresó al Colegio Nacional de la Ciudad de La Plata en 1972, Sonia era la mayor de los tres hermanos. En 1974 nació el hermano menor, Pablo, también ese mismo año Claudio se sumaría a la UES (Unión de Estudiantes Secundarios). “Yo no llego al peronismo por las vísceras, viejos. Estoy ahí por mi formación marxista. Creo que la izquierda nunca entendió bien la cuestión nacional”

Nélida se define como una militante feminista y admiradora de la filosofía Trotskista, “Nosotros venimos del trotskismo”, asegura firmemente. Respecto de la desaparición de su sobrino nos contaba:


Fue tan doloroso, no creo que haya algo tan doloroso como una desaparición pero quizás sí, una muerte, ¿no? Pero una muerte se elabora más. ¡Una desaparición de un joven no!, no digo que la muerte mi hermana y yo la estemos esperando pero es entendible y uno, lógico, sufre igual porque es la pérdida de un ser querido. Pero no, no es lo mismo.

Las familias que por suerte no han tenido desapariciones, a esos chicos les falta seguramente ese enganche, ¿que paso en esos años?. Porque esas familias no todas cuentan, no todas se acercaron, trataron al contrario de cubrir a los chicos, que no me parece mal, pero quizás no se habla de esa parte tan ingrata de la historia del país, quedan baches.

Nosotros la pasamos mal, realmente mal pero bueno… lo peor es que lo buscamos y no conseguimos nada, ya lo habían matado enseguida.

¿Vos con Claudio tenías una relación muy cercana?
Sí, total, total, ellos ya estaban en La Plata y el último tiempo yo iba todos los sábados, me quedaba hasta el domingo con mi hermana y ya el último tiempo, digamos un mes o dos antes, yo le decía “no voy mas” porque era un clima de terror, estoy llevando a Fabián (hijo de Nélida) de tres años, me da mucho miedo, van a caer en tu casa y yo voy a perder al chico.

Olga e Ignacio de Acha venían de una rama marxista, ¿no?
Sí, en general todos venimos del Marxismo y del Trotskismo. Tuvimos ya una educación socialista diríamos. No de parte de mi mamá sino de parte de las tías, yo recuerdo que nos llevaban a las marchas del primero de mayo, me acuerdo bien de una vez que nos corrió la policía y las tías nos metieron en un zaguán, sí, veníamos de ideas de un mundo mejor.

Claudio, pese a venir del Marxismo, luego se ve entusiasmado con el Peronismo
Me parece que sí, pero yo en ese aspecto no lo conozco tanto, porque ya vino grande y él en La Plata y yo en Boulogne. Tengo a Fabián (hijo), entonces yo estaba ocupada, no estaba al tanto de los cambios ideológicos, pero creo que sí, tenía una tendencia.



Poesía de Claudio (octubre de 1973)
Las bombas caen como han caído pétalos de margaritas deshojadas
Sobre Corea, Vietnam, Laos y Camboya ayer cayeron,
Hoy caen en Israel, Egipto y Siria, pero ellas no se acaban,
Mañana caerán en Perú, Argentina, China, Cuba o sobre suelo congoleño
Pero siempre, siempre esas bombas matarán miles y miles de vidas humanas
Y siempre serán arrojadas desde lo alto por águilas de filosas garras.
Esas garras, además, se han clavado
Con extremada fuerza
En muchos territorios latinoamericanos.
Uruguay, Bolivia, Brasil, Paraguay y en la patria chilena.
Ahora, al ver nuestros hermanos morir y sufrir,
Más que nunca esas garras debemos cortar y destruir.


Vos ya presentías que los militares podían caer en la casa de tu hermana.
Si, poco antes que cayeran, porque el ambiente estaba mal en La Plata y Claudio estaba con ese grupo de chicos y chicas que enseñaban en las villas, tenían una actitud de educar a chicos que no podían estudiar, y como ellos ya estaban en el secundario iban a esos lugares más alejados del centro de La Plata. Y sí… Ya a lo último teníamos mucho miedo porque la oferta a mi hermana era “¡mandame a Claudio, mandame a Claudio a casa!”, acá no va a pasar nada porque acá no estaba ese ambiente, acá los chicos no estaban en ningún tipo de militancia, tenían ideas pero no de militancia y entonces ella le dice a Claudio. Y Claudio le contesta: “Hacemos esto por el boleto escolar y me voy de la tía”. Porque venir a mi casa y nosotros a la de ella y quedarse era cosa corriente con mi hermana porque uno quería a los chicos entonces ibas de visita y te venías con algunos de los chicos.

El 16 de septiembre las patotas del ejército que comandaba el Gral. Ramón Camps, rompieron a patadas la puerta de la calle 73 Nº2539 al grito de “¡Ejército Argentino, entreguen las armas!”. Arrastraron en ropa interior a Claudio hasta el camión en donde se encontraban algunos de sus compañeros de militancia, entre ellos Horacio Ungaro, Francisco L. Muntaner, Claudia Falcone, María Clara Ciocchini y Daniel Rasero, entre otros. Todos continúan desaparecidos.


Olga logra comunicarse vía telefónica con su hermana Nélida, que en esos momentos se encontraba viviendo en la localidad de Boulogne, y le pide desesperadamente que vaya en busca de Pablo y Sonia para empezar la búsqueda de Claudio.


Esa misma noche yo los fui a buscar, no sabés
La Plata lo que era, una ciudad sitiada, era de terror y me acompañó mi hijo.

Y a veces cuando lo cuento, más de uno me criticó porque me dicen “con un chico adolescente, en La Plata” ¿pero con quien iba a ir? ¿Con quién? Yo tenía que traer a la nena que tenía 5 años y al nene que es Down que tenía 2 años, y como hacía? No tenía solución, mi hermana me llamaba desesperada. “Si vos venís y te llevás a los chicos, yo puedo buscar a Claudio tranquila”. Yo ni la veo a mi hermana, yo fui a la casa de la vecina, la vecina me dio las llaves y fui al departamento de mi hermana, sin los chicos, a mi hijo lo deje por ahí, y si alguien te pregunta que hacés, estoy mirando vidrieras, me estoy por comprar un pantalón. Yo fui a buscar ropa para los nenes.

Con la bota agujerearon la puerta de entrada y todo, todo tirado por el suelo, así que en medio de eso fui mirando lo que era la ropa de los nenes y la junté en un bolso y emprendí de nuevo la vuelta a casa, que era en Boulogne, era lejos y había que actuar porque sino esos chicos… Había muchos miedos, la vecina no se podía quedar con los nenes y entonces se los dejaron uno o dos días.


Uno no puede llegar a imaginarse tu situación tan desesperante esa noche, yendo hasta
La Plata en busca de tus sobrinos con el miedo de que pudieran llevarse también a tu hijo.
Tuvimos mucha suerte, sacando la desaparición de Claudio, tuvimos suerte porque mi hermana me decía: “no te tomes un taxi, todos los taximetreros son milicos”, así que vinimos en el colectivo después otro colectivo más y el tren. Y esas ganas de llegar sanos y salvos diríamos, que no sospecharan.


Mi hermana había pedido una audiencia con monseñor Plaza, y entonces llegó el día, la contestación con la fecha, entonces digo “yo te acompaño”, dejamos los tres (hijos) míos y los dos de mi hermana a mi esposo.

Monseñor Plaza fue un activo colaborador de las fuerzas represivas durante la dictadura militar. Usó su posición de la Iglesia para entregar a decenas de personas a las Fuerzas de Seguridad que aún permanecen "desaparecidas", entre ellas a su propio sobrino, José María Plaza quien luego fue visto en la ESMA.


Nos hicieron ir a la catedral, creo. Ahí fuimos, nos sentamos y había como una salita de espera, mi hermana mostró la citación y bueno, cuando llegó el momento que la llamaban a mí no me dejan entrar, me quedé un rato ahí y ella no salía, y digo yo: “cinco chicos son muchos, yo me voy a la plaza, no me quedo acá”, que hago si a lo mejor a ella no la dejan salir, porque estos degenerados capaz aprovechan la situación, llaman a la policía y se la llevan, así que yo me fui y me senté en la plaza a esperar.


Lo que habrá sido esa espera entre el miedo y la desesperación, ¿no?
No sabés, uno a veces se acuerda y no digo yo no lo haría, porque cuando estás en esa situación no te sale el no, como la iba a dejar a mi hermana que vaya sola. Y después yo me hubiera vuelto loca pensando donde está. No, no, allá nos fuimos…

Entonces me compré un paquete de galletitas porque sino era como que todo era sospechoso, estaba la policía por todos lados, me senté al sol como que estaba tomando un poco de sol, inventando alguna excusa por si me preguntaban, ¿señora usted que está haciendo acá?. Y ya pasada la nochecita veo que mi hermana baja por la escalinata, y estos degenerados le habían dicho: “no lo busque más a su hijo porque ya no está”. No era cierto! Ni siquiera era cierto porque no lo matan en esos momentos, entonces le dice así. “No lo busque más a su hijo porque ya no está”.

Esto sería octubre o noviembre del `76, hace poco en uno de los viajes que hizo mi hermana le entregué algunos de los papeles que yo tenía guardados, porque cuando ella viajó estaba la dictadura entonces no se llevaba los papeles, capaz que te agarraban y ni podías subir al avión.

Entonces le entregué algunas cosas pero nunca sé si le di todo porque a veces cuando uno revisa los papeles ve un sobre pero no tengo ganas de ver, porque uno revive todo, basta, ya nos mataron mucho, ya nos hicieron mucho daño.


Claudio de Acha fue visto por última vez en el “Pozo de Banfield”

Al igual que en otros centros clandestinos la metodología represiva utilizada fue la siguiente:

. Obtención de información y depósito ilegal de prisioneros.

. Lugar de desaparición y exterminio.

. Maternidad clandestina: según los testimonios de ex detenidos y la investigación de Abuelas de Plaza de Mayo, mas de 10 niños nacidos en cautiverio en este CCDTyE, 4 fueron restituidos y el resto continúan privados de su identidad.

A Claudio sus compañeros lo recuerdan como un chico muy comprometido y como un gran estudioso.
Sí y sobre todo lo que podía decir de Claudio es que era un chico muy sensible, muy sensible, era bastante especial, en el sentido que no era el común del chico, digamos como que si están acá dos o tres y pelean , él se apartaba de las situaciones de violencia, eso es lo que más recuerdo de él. En las situaciones que parecía que había violencia, agarraba una revista y se ponía a leer, leía muchísimo, leía siempre. Pero muchos eran como escapes diríamos, ¿no? De situaciones muy duras, muy terribles él se escapaba leyendo, era un mecanismo que tenía.

Te parece que sirven los distintos juicios que se están llevando a cabo?
De la manera que se están haciendo, no. Pero también sería terrible que no hicieran nada porque entonces sería enterrar el tema, tampoco estaríamos de acuerdo. Sino que tendría que haber más celeridad.

Si no se pone las pilas esta generación, se va a pasar otra generación. Yo sigo creyendo que el mundo va a cambiar indefectiblemente.

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